Pandemia amenaza con desaparecer al Salón Málaga, ícono de la cultura de Medellín
El Salón Málaga atraviesa la peor crisis de sus 63 años de fundación. Cerró las puertas hace dos meses y atrás quedaron las tardes de bolero, las noches de tango, los espectáculos de baile, las exposiciones de artistas y las tertulias en pleno corazón de Medellín.
Los dueños tienen listo un protocolo de bioseguridad para que les permitan, al menos, vender café, porque saben que el licor tardará mucho más tiempo.
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El administrador César Arteaga, hijo del fundador, aseguró que ni la construcción de la estación San Antonio del Metro logró desestabilizarlos tanto como la pandemia. Pidió medidas urgentes para salvar a este ícono de la cultura del tango y de la transformación del centro de Medellín.
"Nosotros estamos moviéndonos por todas partes a ver si provisionalmente habilitamos una de las puertas del Málaga, montando una distribuidora o vendiendo café, para tratar de cumplir con los arriendos. Lo más importante acá es mantener el local, porque si se pierde, se pierde el Málaga para la ciudad", señaló.
?#RCNRadioEnCasaContigo I La pandemia amenaza con desaparecer al Salón Málaga, ícono de la cultura del tango de Medellín, con 63 años de antigüedad. Los propietarios piden que les dejen habilitar algunos servicios para sobrevivir al coronavirus. (Fotos: Salón Málaga). pic.twitter.com/tS7ZZp3ibZ
— RCN Radio Medellín (@RCN990Medellin) May 28, 2020
Al fundador, don Gustavo Arteaga, la pandemia lo obligó a dejar de toca los discos en LP los viernes en la noche y a quedarse en su casa por tener 86 años, población en alto riesgo por el virus. Su hijo César dice que su padre necesita volver al Málaga.
"Me angustia mucho mi padre encerrado en la casa. Un señor que toda la vida ha puesto sus discos, a sus 86 años. Es un problema de salud mental. Yo estoy que me consigo un permiso para llevarlo al Málaga, para que toque sus discos, grabarlo y transmitirlo", puntualizó.
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En el limbo están los 14 puestos de trabajo directos que genera el café-bar, los 25 músicos de diferentes géneros que tocaban, los bailarines que ofrecían los espectáculos y los cerca de 300 clientes que podían llegar un viernes en la noche a terminar la semana con amigos y tango.
En tiempos de pandemia, algunos clientes nostálgicos pasan y se toman fotografías a las afueras del Málaga, que se niega a decir “Adiós muchachos”, como el tango de Carlos Gardel.