El Mundial de México 70 es considerado, casi de forma oficial, como la mejor cita orbital de la historia del fútbol; los condimentos que rodearon el épico evento en suelo azteca se constituyeron en los pilares que cimentaron la leyenda de Pelé.
El brasileño fue el principal protagonista que de un campeonato que albergó el brillo de figuras como Franz Beckenbauer, Roberto Boninsegna, Luigi Riva, Gerd Müller o Wolfgang Overath, pero que fueron opacadas por la inconmensurable estela del número 10 de la ‘Canarinha’.
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Pelé llegó a México con las decepciones de Chile 62 e Inglaterra 66 a cuestas; en suelo austral salió lesionado y no pudo aportar de sí para el título conquistado por su selección, mientras que en tierras británicas padeció de las brutales y salvajes patadas de portugueses y búlgaros, que hicieron parte de la confabulación para retirarlo de dicho Mundial.
La revancha llegó cuatro años más tarde y Pelé encaró la cita mexicana acompañado de una orquesta sinfónica que desplegó el mejor fútbol del certamen, arrasó con cada rival que tuvo en frente y se posicionó como uno de los mejores oncenos de todos los tiempos.
Dirigidos por Mario ‘Lobo’ Zagalo, cada recital de Carlos Alberto, Jairzinho, Gerson, Tostao, Rivelino y Clodoaldo marchaba bajo la batuta en el campo del gran Pelé.
Ni el ‘Partido del Siglo’, entre Italia y Alemania; ni las atajadas de Gordon Banks para Inglaterra; ni la revelación de Perú, con Teófilo Cubillas; ni tampoco el goleador Gerd Müller pudieron hacer contrapeso como hitos balompédicos la exhibición del ‘Scratch’ y de su máximo astro.
Pelé marcó casi cinco goles en la Copa de 1970, y se dice ‘casi’ porque una maniobra suya ante Ladislao Mazurkiewicz en las semifinales frente a Uruguay fue descrito posteriormente como ‘El gol que no entró’.
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México coronó a Pelé como ‘O Rei’ del Fútbol y le entregó de forma definitiva la Copa Jules Rimet a Brasil por ser la primera y única selección en conquistarla en tres ocasiones.
La final ante Italia fue casi como una ceremonia protocolaria para reconocer globalmente la inmortalidad de Pelé, quien solo debió dar una pincelada de cabeza para vencer a Enrico Albertosi y dejar que sus compañeros terminarán de sellar su ingreso al firmamento del fútbol.