En la Plaza Botero una estatua humana se suma al homenaje de despedida que se le hace al artista
Las 23 estatuas de la Plaza Botero en Medellín guardan entre sus miradas el dolor de la partida de su creador: Fernando Botero. A los pies de las creaciones de este artista antioqueño hay flores blancas que simbolizan el dolor que muchos profesan por la partida del “antioqueño más internacional” del momento.
Este lugar destinado a los homenajes de quien donó gran parte de su obra al Museo de Antioquia recibe miles de visitas de personas que vienen de muchas partes de Colombia e incluso acuden desde el exterior.
Lo que el maestro quiere es mostrar la sensualidad, la voluptuosidad, el volumen”.
Pero, para quienes caminan por el lugar una de las estatuas de la plaza, donde se vive una dicotomía palpable: por un lado, se resalta la majestuosa obra de Botero y por otro en el aire predomina la nostalgia de una ausencia que pesa, se encuentra una estatua que llama sí o sí la atención de los transeúntes.
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“Yo estaba en una investigación para hacer un performance de un personaje para trabajar todo el año, la idea era hacer uno único, auténtico, y que se adaptará a mí, y que mi cuerpo se pudiera adaptar a ese personaje y quedará perfecto”, relata Mireya Terán, la estatua humana de la Gorda de Botero.
Mireya, que nació en el vecino país de Venezuela, hizo una investigación previa antes de lograr el personaje que no pasa desapercibido en la plaza y atrapa la atención de los niños, niñas y adultos que la ven.
“No había otra estatua humana en Colombia de las esculturas de Botero, hasta ahora soy la única. Vine más de cuatro veces al museo e investigué por qué el artista usó estas formas”, expresa la mujer pintada de dorado mientras carga en sus brazos el bebé de la estatua “la Maternidad” de Botero.
Mientras responde las preguntas y para no salirse del papel de estatua Mireya interrumpe para desvanecerse en un personaje inanimado que proyecta a los ojos curiosos este llamativo espectáculo que ofrece desde el mes de febrero de este año.
Analiza y comenta con toda seguridad, “lo que el maestro quiere es mostrar la sensualidad, la voluptuosidad, el volumen”. Y es que Mireya se esforzó para que su representación fuese tan fidedigna que hasta midió las estatuas del maestro para guardar las proporciones de las mismas en la representación humana.
“Tengo volumen, tengo volumen, tengo volumen”, menciona mientras toca las partes de su cuerpo que más similitud tienen con las queridas y admiradas estatuas.
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Aunque, no siempre ha sido “La Maternidad”, pues previo a este personaje hizo de “Eva”, luego representó la “Venus de pie” tras un accidente y la imposibilidad de estar por mucho tiempo de pie optó por representar este personaje.
Al preguntarle si en Venezuela, su lugar de origen, conocían la obra del artista por el que se llora la partida, responde que sí y relata que allá hay varios gatos voluptuosos, fieles al estilo del maestro que marcó un hito en el país y traspasó las fronteras.
“Realmente es un homenaje que le hago al maestro Fernando Botero, mi idea era que él me conociera y mostrarle mi arte desde otro punto de vista, tomar su idea de su arte y llevarlo a una estatua viviente, es realmente muy emocionante”, concluye.