Mamá que buscó a su hijo por 21 años por fin lo encontró y lo pudo sepultar
La Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (Ubpd) junto con la Fiscalía General de la Nación y varias organizaciones sociales, hicieron la entrega digna de los restos óseos de Anselmo Gallego Quintero, quien desapareció en 2001 en del departamento de Caquetá a su mamá, María de Jesús Gallego, quien no paró de buscarlo durante más de dos décadas.
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La mujer que actualmente tiene 73 años, estaba vestida de camisa blanca y pantalón negro en medio de las honras fúnebres que por fin le pudo rendir a su hijo a quien no volvió a ver en 2001, cuando tenía 30 años y le arrebataron la libertad, la vida y la posibilidad de ser sepultado por su familia.
Hombres armados que al parecer pertenecían a un grupo paramilitar que delinquía en la zona lo secuestraron, torturaron y después lo asesinaron y finalmente lo desaparecieron en el corregimiento de Puerto Torres del municipio de Belén de los Andaquíes en Caquetá.
Según se conoció en 2001 la Unidad Nacional de Derechos Humanos de la Fiscalía General de la Nación recuperó las estructuras óseas de Anselmo y de otras 35 personas que podrían ser víctimas de la violencia despiadada que azotó a esa región y en general a Colombia.
"En esa época los cadáveres fueron encontrados en una fosa a campo abierto en el corregimiento de Puerto Torres, sin embargo solo fue hasta 2019 cuando las organizaciones de la sociedad civil Fundecos, Equitas y Cedat junto con respaldo de la Agencia de Cooperación Catalana y el apoyo técnico del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, construyeron un informe que incluía una serie de relatos, cartografías y posibles puntos de disposición de cuerpos en el Magdalena caldense y en febrero de 2020 entregaron esta documentación al Sistema Integral para la Paz", señaló la Unidad de Búsqueda.
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En 2020 se tomaron las muestras biológicas a la madre de la víctima, María de Jesús Gallego y se entregaron al Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses para su procesamiento e ingreso en el Banco de Perfiles Genéticos de Desaparecidos.
“Esto para mí es una felicidad infinita. Yo no tengo tristeza, tengo una felicidad enorme porque cierro un ciclo. Valió la pena creer que era posible encontrar a mi hijo”, expresó la señora María de Jesús durante la ceremonia de entrega digna.