La escena se tornaba horrorosa: luego de que, a lo largo de la mañana de ese 27 de febrero de 1997, siguieron llegando al hospital de Apartadó los cuerpos; unos sin vida, otros mutilados o heridos; que dejó el estallido de una volqueta cargada con 100 kilos de dinamita, escombros y metralla.
Le puede interesar: Cayó alias “caballero” extraditable, quien enviaba toneladas de cocaína desde Necoclí hacía países de Centroamérica
La parquearon al costado oriental del hotel El Pescador, frente al comando de Policía, en pleno centro del pueblo, y la onda explosiva causó daños en dos manzanas alrededor.
Ni el experimentado comandante de guardia de la estación de policía, Olaf Campo Barros, intuyó la intención de aquel hombre, cuando después de parquear la volqueta, sin apagar el motor, le dijo amablemente: “Mi agente, no me demoro, cinco minutos en hacer una vuelta”.
Este hecho violento dejó un saldo de 16 personas fallecidas y más de 70 heridos, atribuido al Quinto frente de las FARC.
Francisco Sánchez, uno de los sobrevivientes y víctima directa de la bomba relata con dolor los eventos de aquel día y los 27 años de lucha que han seguido desde entonces, donde lamentablemente la mayoría de los afectados no han sido reparados, ni mucho menos indenmizados, ni tampoco reconocidos como víctimas del conflicto.
29 personas; afectados de este atentado que no han sido reparados, solicitaron una acción de reparación directa contra el Estado colombiano y están requiriendo que la Defensoría del pueblo los reconozca como víctimas del conflicto y no como desplazados.
Lea también: [FOTOS] Incautaron 650 kilos de marihuana camuflada en una camioneta en la vía Pintada-Bolombolo
Es importante mencionar que, en días anteriores el excomandante del extinto frente cinco de las FARC, Jhoverman Sánchez, conocido en tiempos de confrontación con el alias de “Manteco o Rubén” reconoció ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP); su responsabilidad en el caso de la bomba de El Pescador, sin embargo, a pesar de los esfuerzos continuos en los últimos años, las víctimas sienten un vacío de la justicia que los ha dejado en una situación de desamparo y desesperación, sin la reparación necesaria para reconstruir sus vidas.